domingo, 30 de octubre de 2011

Las mujeres-Evas y mujeres-Marías de Don Juan Manuel

Serra, María Veronica. “Condición femenina y orden sexual en el Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor e de Patronio (La mujer-Eva y la mujer-María)”. Espéculo: Revista de estudios literarios 33: (2006): n. pag. En línea. 21 de octubre de 2011.

En este artículo, Serra examina las imágenes de mujer que surgen del Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor e de Patronio de Don Juan Manual (1335), y, también traza las connotaciones religiosas y morales que están a fondo de estas imágenes. Lo que es más interesante del análisis de Serra es la manera en que lo utiliza para apoyar la noción de que la Edad Media en España era una época de “pluralidad y [contradicciones]”. Hay muy pocas mujeres en el Libro de los enxiemplos, no obstante, en la opinión de Serra, su presencia en la obra de Don Juan Manuel ejemplifica la idea de la contradicción en más que un nivel. Por un lado, hay una distinción entre las mujeres-Evas y las mujeres-Marías como modelos morales. Por el otro, hay la idea de la mayoría de estas representaciones, tanto las positivas como las negativas, son muy pasivas, pero, al final que se reivindica la mujer como un agente activa e inteligente, aunque en un solo ejemplo, el ejemplo L.

Antes de empezar con las descripciones y análisis de los ejemplos relevantes, Serra señala que con la aparición y difusión del culto mariano, “[l]a Edad Media instituyó una doble concepción de la mujer […], la encarnación de Eva, causante de todos los males de la humanidad, y representante de la debilidad ante el pecado [y] un ser leal, honesta, y en algunos casos, de buen entendimiento.” A raíz de esto, Don Juan Manuel “divide a sus personajes femeninos en dos grandes grupos: las Evas y las Marias. En el primero, muestra las características que la mujer tiene y no debe poseer; en el segundo, presenta a la mujer modelo.” Las mujeres que aparecen en trece ejemplos del libro sirven o como ejemplos o como advertencias tanto para las mujeres como para los hombres.

Serra elige examinar el tratamiento de la mujer en siete de los ejemplos de Don Juan Manuel. Hay una mujer que sirve como advertencia contra las falas esperanzas, y que para Serra ejemplifica la debilidad como una característica inherente de la mujer, además que reforzar la idea de la inmovilidad social como parte esencial de la sociedad bajo medieval. Otra mujer miente a varias personas y por lo tanto, inspira a otra a planificar un asesinato. Estas mujeres ejemplifican “la malvada mujer” y crean una asociación negativa entre mujer y “la mentira y la calumnia”. En contrasta a estas mujeres-Evas, hay otro grupo de mujeres-Marías que demuestra la mujer como “debe ser”. Entre ellas, hay una que defiende los conocimientos y observaciones de su marido cuando lo apoya en su calificación incorrecta de una escena que ve, una mujer que pasivamente acepta casarse con el hombre que elige su padre, lo cual para Serra presenta a la mujer como objeto pasivo de intercambio. Adicionalmente, hay otra mujer que obedece las palabras literales de su marido y no come sino pan y agua durante su ausencia. Estas mujeres –Marías ejemplifican las características positivas de obediencia y lealtad.

En un ejemplo, el ejemplo XLIII, la mujer-Eva y la mujer-María están encarnadas dentro de la misma mujer. En este ejemplo, el Mal y el Bien buscan una mujer para acompañarlos. El Bien se relaciona con “la mitad superior” de la mujer, y el Mal “se casa” con la parte inferior de la mujer. O sea, el Mal se relaciona con la parte ‘mala’ de la mujer, la cual se equivale con la promiscuidad y la “voracidad sexual”. Como resultado de esta relación, la parte inferior de la mujer se embaraza y da la luz a un bebe. Sin embargo, necesita la parte superior de la mujer para alimentar al niño. Para que la parte superior asuma su rol materno, la parte inferior tiene que “arrepentirse de los pecados y prometer no volver a cometerlos”. Según Serra, la parte superior de la mujer “responde al modelo de mujer casta, pura, madre, María”. El ejemplo logra establecer una contradicción y oposición entre la sexualidad y la maternidad.

A diferencia de los demás ejemplos mencionados, el ejemplo L presenta una visión de la mujer sabia quién no tiene que ocultar su inteligencia, sino que tiene la perspicaz de usar su inteligencia para mostrar al hombre un camino correcto y virtuoso. Serra describe el tratamiento de la mujer en este ejemplo como “una especie de reivindicación de la mujer”. En este ejemplo, el sultán Saladín intenta seducir a una mujer casada. La mujer en cuestión promete al emperador que le ofrecerá sus “favores” una vez que haya investigado y descubierto “la mayor virtud que puede tener un hombre”. El sultán se entera de que esa virtud es la vergüenza. Por lo tanto, se ve obligada a dejar de presionar a la mujer, y conservar su honor. Serra señala que algo único en este ejemplo es que la mujer tiene la oportunidad de mostrar su inteligencia inherente, sin necesidad de disimularlo, y sin necesitar que un hombre la guie. Al mismo tiempo, subraya las virtudes ya ejemplificadas en los consejos anteriores de Patronio, de la lealtad y honor femenino. Según Serra, el libro entero “tiene un estricto fin didáctico y ejemplarizador” que requiere bastante exageración de las características de los personajes para ilustrar los principios promulgados. Sin embargo, este ejemplo L, el penúltimo del libro, sirve para recapitular muchos de los otras lecciones del libro, y, al mismo tiempo, ofrece a Juan Manuel la oportunidad de mostrar otra faceta realista de la mujer verdadera de su época, la mujer del buen entendimiento que contradice las exageraciones de las mujeres-Evas y mujeres-Marías que surgen de la influencia del culto mariano en la sociedad.

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